viernes, 12 de marzo de 2010
LOS MISTERIOS DEL CARALIBRO
Adicta como soy al Facebook, la verdad es que este genial invento todavía me presenta varios desafíos que rayan en misterios.
No logro entender, por ejemplo, porqué el 60% de mis amigos uruguayos, a quienes veo al menos una vez a la semana, según la data del perfil residen en realidad en St. Cloud, Minnesota....¿tendrán clones? ¿Será que hay una colonia alternativa de uruguayos que desconozco? ¿Será St. Cloud el “nuevo“ Punta del Este? ¿Es cool nacer en Santa Nube?
Debo confesar también que en algunas noches de navegación compulsiva el Facebook, o Caralibro como lo rebautizaron en ese genial spot de Speedy que pasan una y otra vez por el cable, me ha sumido en meditaciones filosóficas de gran calibre..¿realmente tengo 390 amigos? ¿Cuando me hago tiempo para verlos si ni siquiera me da para ir al gimnasio como Dios manda? ¿Cuál es el verdadero potencial de conocer a tanta gente? De hecho este último cuestionamiento llevó a un experimento que una amiga y yo realizamos una noche de tedio bien regada con vino tinto. La misión: buscar entre los 539 amigos de mi joven, monísima y divorciada amiga un potencial candidato para presentarle a otra fémina en igual situación que ella. El resultado final arrojó 2 candidatos: un colega de su padre que vive en El Cairo y un joven español residente en el paisito que, a la mañana siguiente, había cambiado su status a “In a relationship“...
Recuerdo también cuando en una ocasión creé un evento convocando a mi fiesta de cumpleaños y pedí que me confirmaran asistencia de manera tal de poder calcular con precisión la cantidad de sandwichitos y litros de alcohol en función de los concurrentes. Estaba maravillada con la facilidad que esta herramienta me ampliaba la capacidad organizativa y agradecida con estas geniales invenciones que los nativos digitales dan por descontadas pero con las que una, que tiene el documento casi 2 millones, no deja de sorprenderse. Muchos de mis amigos (Amigos con A mayúscula) que residen en el exterior y a quienes extendí la invitación (porque aunque están lejos en el mapa están más cerca en el corazón) se apuraron a confirmar asistencia. Cuando los increpé explicándoles que me alteraban el cálculo matemático de los gramos de saladitos y vasos de caipira per cápita, una de ellas tuvo la sensatez de explicarme: es que el Facebook debería tener la opción de “me encantaría ir pero no puedo“ más que reducirla al sí, no o tal vez...
Y tiene razón porque al fin y al cabo si para el relationship status (en criollo, estado civil) existe el “Es complicado“, para las amistades (que están probando ser de más larga duración que las relaciones modernas) deberían haber más opciones digitales de expresión.
Lástima que no sé como cuernos postear un emoticon sonriente en mi blog y así cerrar este paréntesis de reflexión web :)
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