domingo, 20 de marzo de 2011

DIME LO QUE COMPRAS...


En este quinquenio de soltería que uno lleva a cuestas con dificultosa dignidad, una de las actividades que más se han redimensionado en mi vida cotidiana es la del ir al supermercado. Siempre me gustó ir de compras...en condiciones especiales claro está porque las aglomeraciones y las colas me generan algo así como una fobia social que me ha llevado en más de una ocasión a dejar carros abandonados para salir huyendo de un establecimiento que insistía en llenarse de gente a un ritmo inmanejable.
Por eso evito los supermercados en fechas claves como Navidad, Fin de Año y otros días emblemáticos como Día de la Madre, del Padre, del Niño, del Abuelo...and so on. Aunque últimamente me la han puesto difícil, considerando que a Tienda Inglesa se le ocurrió poner una semana de cada fucking país del mundo, obligándome a hacer las compras al ritmo de una zarzuela mientras eludo hordas de compradores haciendo cola para degustar una galletita Cric Crac con las olivas andaluzas de oferta.
Aunque, si debo reconocerlo, siempre me gustó más ir al supermercado en base doble. Puede sonar cursi (sobre todo viniendo de mí) pero eso de ver una Gilette Prestobarba doble hoja cayendo en el carrito junto a mis Carefrees me genera las mismas mariposas en el estómago que si me compran jazmines en un semáforo. Digamos que hacer las compras juntos (muuucho más si te cae un domingo y es en un hipermercado de esos que vas una vez a la semana) te hace una pareja seria, contundente: compartimos el chango y, por ende, somos mucho más que dos....somos dos y nuestras compras en el chango. Que emoción!
Pero la realidad determina que si ni una libreta ni los hijos han logrado mantener unifdas a las parejas modernas, no se puede esperar que un chango sea la solución...así que, como la vida sigue, hemos adoptado e incorporado el chango de soltera a nuestras compras semanales.
Por suerte en eso también los supermercados se han aggiornado y, lejos de querer perder clientes, nos han abierto los brazos (y las góndolas) a nosotros, los base single. Para empezar, ya no hay porque circular dando lástima con un carro enorme donde yacen solitarios un Requesón Light, una suprema y una lechuga, sintiéndose poca cosa frente a la señora del chango rebosante con la promo del 6 x 3 de ravioles de la Sibarita y el paquete familiar de pan lactal Bimbo. No señor, ya no más! Ahora hay canastas. Canastas rojas, lindas, prácticas, hasta femeninas; canastitas que dicen "soy ejecutiva, me autosustento, soy práctica, vengo a buscar solo lo que preciso y me voy porque tengo UN MONTON de cosas más interesantes que hacer que andar pelotudeando por los pasillos de un supermercado". Si, seguro, dicen eso, las escuché...
Y no solo los super captaron el mensaje, por suerte también sus proveedores. Atrás quedaron los tiempos en los que,para sacarse el antojo de dulce de leche había que comprar el kilo entero y transpirar un mes en el gimnasio o llevarse el paquete familiar de galletitas que, indefectiblemente, se tiraba por la mitad porque la humedad (y la soledad!) echaba a perder antes de tiempo. Ahora para todo hay porciones individuales...hasta para el sushi de supermercado. Y si hay algo que mi eterno peregrinaje por las góndolas me ha enseñado es que el contenido de un carrito dice mucho, muchísimo de quién sos. Nunca más cierto que lo que decía una muy buena amiga a la que gastábamos por los looks que llevaba al super de barrio: nunca sabés con quién te vas a encontrar de chango (o sea de frente con el carro).
La verdad, tengo páginas escritas con historias de amor multiformes y aunque aún nadie me ha acercado una que narre en encuentro de dos carritos muero por poder contar el nacimiento de un romance en la sección de congelados...
Porque la realidad dice que al super vamos todos...y si vamos todos, tenemos las mismas probabilidades de encontrar al candidato en la caja del Géant que en una noche de boliche o una tarde de gimnasio.
En tal caso, los supermercados brindan muchas y mejores posibilidades.
Empezando con el contenido del carrito: si te encontrás en la sección de Artículos de Limpieza con un cuarentón canchero, arrastrando un chango (con ruedas valga la aclaración) cargado con una cortina de baño, un escurridor de platos de Plasvale, 2 bandejas de comida de rotisería pre envasada, un pack de 6 de corona, 1 leche y 15 sticks de Bracafé mientras mira con desconcierto el estante del Jabón en Polvo, no tengas dudas...es un divorciado reciente. Si sos hombre y, alejándote de la sección panadería un viernes de noche te cruzás con una rubia despampanante vestida de gimnasio, sin carro y con una bandeja de Sushi Mix y una botellita de 187, entonces estás siendo protagonista del avistamiento de una soltera de 30 y pico, sin hijos ni planes fijos preparándose para una previa o para una cena egocentrista.
Y la lógica supermercadista sigue: los carros con abundancia de Actimel o productos de la línea ConAmigos denotan la presencia de niños en el hogar, la carne combinada con cerveza y vino antes de un partido es una fija de reunión de amigotes, la mayoría de productos orgánicos garantiza, al menos una mujer soltera buscando en el hogar en cuestión, un cincuentón pelado interpelando a un empleado en la sección de los plasmas está tramando el cambio de TV sin avisarle a la mujer y dos tórtolos demorándose en la góndola de Bazar son recién juntados (porque los recién casados tienen todas las necesidades cubiertas por el colectivo en La Ibérica).
Así que la próxima vez que recorran los pasillos del super de turno, relájense pero no tanto...al fin de cuentas dime lo que compras, y yo, al menos, te diré quién eres...

2 comentarios:

Laura Abad dijo...

genial! quiero el libro... escribí un libro!!!

GLAMMORAMA dijo...

jajaja ahì si, me recibo de la Carrie Bradshaw yorugua