viernes, 12 de marzo de 2010
AROMA A INVIERNO
Hoy desperté. O al menos lo sentí así. Desperté al final del verano, un verano que no viví como tal porque le faltaron horas de sol, arena y mar. No lo lamento, lo que faltó de naturaleza lo compensaron vivencias y emociones urbanas a miles de kilómetros de este lugar que llamo casa, al menos por ahora.
Hoy desperté y el día estaba gris. Entonces me dejé volar, escuché el crepitar de un fuego que aún no se encendió. Sentí el calor de esa sopa caliente que me va a esperar al final de un día largo y frío. Pensé en ropas que me abrigaran de las temperaturas y los golpes que te da la vida. En abrazar a mi sobrina que aún no nació pero que va a llegar con los primeros fríos. En abrigar a mi sobrino que me da calor al alma. Se me dibujó una sonrisa de buzos gordos y playas ventosas con el mar embravecido augurando una tormenta. El día de finales de verano tenía aroma a invierno y el calor tibio de los abrazos.
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