miércoles, 20 de octubre de 2010

POSTALES


En la era de los blogs de viaje, cámaras en los celulares, mensajes de texto y Facebook, uno no puede evitar preguntarse qué habrá sido de las postales, de aquel fetiche viajero, aquella experiencia táctil capaz de hacernos extrañar o envidiar al viajero en cuestión, aquella imagen paradisiaca estilo salvapantallas vintage. ¿Es que todavía alguien manda postales? En Estados Unidos, el servicio postal local no aporta cifras sobre el volumen de este tipo de correspondencia y, ciertamente, no existe una auditoría formal de las ventas de postales en el mundo pero eso no quita que al viajero de ley se le acongoje un poco el corazón al ver cómo se deslucen o se desactualizan en los exhibidores de las tiendas de souvenirs.
Navegando por la web me topé recientemente con una iniciativa que me dio un rayito de esperanza, cuando encontré una persona que invitaba a través de su blog a que los visitantes le enviaran postales: recibió casi 20 de distintos lugares del mundo y respondió con 20 postales de ella; su iniciativa generó muchos posteos de comentarios en su página y fue así, como la propia web, a mis ojos responsable de la paulatina desaparición de tan sana costumbre viajera, se redimía con lo que los internautas denominan Postcrossing, un proyecto que permite a cualquiera intercambiar postales “de verdad”, es decir, de papel, no electrónicas. Solo basta con loguearse a www.postcrossing.com, obtener una dirección web, enviar la postal y esperar a recibir otra de algún “postcrossero”. Definitivamente, las postales están teniendo un brillante retorno..y como si quedara alguna duda, recientemente el Servicio Postal Británico entregó una, que luego de haber sido enviada desde Burnham-on-Crouch, en Essex, y estaba dirigida a Mr and Mrs Richardson en East Dulwich, Londres, terminó su periplo hace unas pocas semanas, en el buzón de Arthur Davies y June Nicolopoulos, y con una demora ¡de casi 8 décadas!.

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