jueves, 28 de junio de 2007
CUANDO UNA AMIGA SE VA
Hace un tiempo, tal vez andemos por el año y poco, me puse mis mejores galas para asistir a uno de los pocos “hapennings” que se dan en la city: un vernissage de apres midi de un pintor amigo que abría su atelier en un local de Ciudad Vieja. Como a todo por acá le pusimos onda (por no decir huevos) considerando que eramos pocos (y no parió la abuela), que el catering no incluía Chandon y que la cuadra de la Old City no era la más feliz para un emplazamiento comercial-artístico. Me acompañaba, para variar, un amigo gay-divino-adorado (diría Moria) de esos que se cuelgan en todas. Fue precisamente gracias a ese personaje (que irónicamente hoy veo poco y nada) que conocí a María y su metro ochenta de glamour y estampa valenciana. Nos bastaron quince minutos para darnos cuenta de que hablábamos el mismo idioma (literalmente, los mismos idiomas porque además de español la chica se expresaba en un perfecto francés). Mirando más allá de la chaqueta Lacroix que llevaba puesta (e intentando que no se me fueran los ojos cual pajuerana en la capital mientras trataba de recordar sin éxito cuando fue la última vez había visto un ejemplar de esos en un evento montevideano con gente de menos de 70 años e ingresos ABC1) se podía ver que, hablando en criollo, la gallega era piola, gamba, buena onda y no le asustaba el acertijo. Estaba aquí montando una financiera pero tenía vocación de periodista y varios años de experiencia en la industria del lujo…en pocas palabras, la nena no se andaba con chiquitas.
Intercambiamos tarjetas, direcciones de msn y otros enseres, salió el típico“beso-chau-divina-un placer- te llamo-llamame-me llamás?” y cada una siguió su camino. Sin embargo, María es de esas pocas personas que cuando dice que te llama, efectivamente te llama. Y así, sin prisa pero sin pausa, “la loca del perrito” como gusta autodenominarse debido a la adoración que le profesa a su perra Lola, conoció al resto de la ecléctica patota que me rodea y, de alguna manera, armó su familia urbana. Ella también me introdujo a algunos personajes de su acervo, de los cuales he sacado en limpio algún que otro amigo y compañero de juerga. Así entonces, con daiquiris en el 62, empanadas de La Chacha, improvisadas idas al Polonio, noches de Lotus, nachos en Burlesque, asados con Medio y Medio en el Mercado del Puerto seguidas por visitas a los jueguitos del Parque Rodó, breves pasos por boliches que mejor no mencionar, after offices y after hours, paseos por la Rambla desde Malvín hasta Pocitos, fines de semana en Punta, Pepe Nacho y almuerzos en La Huella,decepciones amorosas, personajes olvidables y otros que se grabaron a fuego en la memoria, idas al cine, al teatro, a cumpleaños de grandes y de chicos y ataques de compras en Buenos Aires, se construyó una de las amistades más lindas que me han tocado en los últimos tiempos. Porque, como dice ella, a pesar de enfadarnos, nunca nos enojamos, porque sabemos estar liadas, pero igual aprendimos a querernos con lo que nos falta y con lo que nos sobra, y, por sobre todas las cosas, están los códigos…esos que las dos manejamos a rajatabla por que lo que está mal, está Mal, hoy mañana y siempre, aquí, allá o en la China, con o sin pasaporte de la Comunidad. No puedo olvidarme que, aunque no teníamos una amistad de larga data, María me esperó con mis más queridos a la llegada de los 10k de la Nike, porque en poco tiempo me conoció lo suficiente para saber lo que significaban correr 10km para festejar dos atados de cigarrillos menos por día en un año de mi vida; tampoco me olvido de sus traslados en el “rojito” tuneado, ni de las veces que cayó a casa con jarabe para la tos y grappamiel, ni de las noches que me escuchó con cariño ni las que me interpeló con su carácter y duras observaciones. Con el tiempo, su perra Lola (que debo confesarlo me parecía al principio un chucho típico de las señoras de edad solitarias y adineradas) pasó a ser un personaje adorable, compañera de andanzas y fuente de anécdotas, demostrando, en más de una ocasión, tener más corazón y cerebro que muchos bípedos que conozco.
Hace unas semanas María pasó por casa una tarde gris de sábado; venía liada como tantas veces pero triste como pocas. Acababa de visitar su nuevo apartamento y recibir una llamada de su hermana. En su nueva casa nada funcionaba y, desde su madre patria, la oferta que había estado esperando la estaba llamando a gritos. Mientras contaba todo esto se le caían los lagrimones…viendo las perspectivas tan prometedoras, le pregunté porqué lloraba si tenía la posibilidad que había estado esperando (y que cualquier mortal adoraría tener). María, con su acento español acentuado por el moco respondió: “es que os hecharé mucho de menos..”
Siento que cada vez hay más despedidas…veo mucha gente partir y dejando de lado el sentimiento que me genera el ser la que se ha quedado (hasta ahora) pienso en lo fuertes y a la vez vulnerables que son las relaciones. Hoy en día contamos con una infraestructura que desafía las distancias: Skype si querés que te llamen a un fono de cualquier computadora, My Space y blogs afines para desmembrar la identidad propia y ajena, el MSN que, como los celulares, se convirtió en artículo de primera necesidad, You tube si querés ver como va creciendo tu sobrino y otra sarta de chucerías high tech. Mal que nos pese y aún con todos los avances tecnológicos, uno no puede dar un beso, abrazar a un ser querido, secar una lágrima o hacer el amor por Internet. Por eso duele…porque a pesar de que sé que una o más veces le veré su cara en alguna emocionada bienvenida en Barajas o Charles de Gaulle, que leeré su blog para enterarme de sus andanzas y que hablaremos casi a diario, no voy a poder evitar notar su falta en la barra del Mercado, seguramente siga pidiendo la empanada de dulce de leche a La Chacha para que ella se la coma, y cada vez que esté pasando el puente de La Barra no pueda evitar escuchar un “Que chulo” emocionado. Marieta todavía no se fue pero ya me hace falta; aún así creo que sé con qué bueyes aro y por eso, lo que hoy me roba una sonrisa entre lágrimas es que sé que la distancia puede estar en los mapas pero no va a estar en el corazón.
Te quiero mucho amiga. Ca suffit!!!!
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1 comentario:
Yo también recuerdo cuando se fue de aquí y la llorera que cogí mientras conducía y ella debía estar en algún avión volando lejos...
EStuve a punto de ir a despedirla a Barajas la última vez y darle la sorpresa, pero se me empañan los ojos de pensarlo, y con los problemas que ha tenido el aeropuerto como para inundarlo!!
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