sábado, 3 de julio de 2010

CAN YOU SAY CELESTE?


Empezó como siempre empieza por estas latitudes donde el efecto Tequila se volvió Tom Collins, donde predominan los sweaters grises escote en V, donde no hay Farándula con F mayúscula y los programas de chimentos no suman rating. Empezó tibio rayando en pesimista, como somos nosotros los uruguayos, para qué negarlo. Con miedo a festejar mucho o demasiado poco, preparándonos para el peor escenario aunque todo indicara lo contrario, con la crítica en la punta de la lengua y la duda en top pf mind, abriendo el paraguas aunque el cielo pintara celeste y no hubiera amenaza de lluvia.
El Maracanazo lo vimos en imágenes de archivo en blanco y negro, un cuento de los abuelos que rayaba lo mítico en la época del Led y los plasmas: nos hacía falta una victoria a todo color. Entonces la alegría empezó a mutar en entusiasmo y el entusiasmo se volvió euforia. Nadie acierta en las pencas y pocos tienen idea de qué nos espera, pero cualquier cristiano que haya caminado las veredas de Montevideo por estos días de Mundial no puede estar imune a la fiebre celeste.
En la retina se me acumularon imágenes: niños llevando banderas por encima de sus cabezas, altas como estandartes, gente de todos los barrios y en todas las situaciones agolpándose frente a un televisor, los bares rebosando, las caras, los maquillajes y-obviamente- el merchandising cada vez más caro. Pero a nadie le importa y la Celeste no tiene precio, para todo lo demás estará Mastercard... Entonces anoche el paisito explotó, la gente perdió la compostura, se salió de las casillas, se quedaron sin voz, se tomaron hasta el agua de los floreros y todo fue una sola y enorme alegría. Aunque muchos salieron corriendo a integrar el inicialmente fallido charter celeste (hasta en eso fuimos cautos), estar de este lado del Atlántico deja una sensación testimonial que no te sabe a poco. No hay palabras ni formatos de plasma que puedan contener ni contar decentemente lo que pasó ni lo que está pasando...y tampoco sabemos muy bien como afrontar lo que se puede venir. Porque ahora, todo es posible.'
Como escuché por ahí, ya era tiempo de escribir una historia nuestra, que le pudiéramos contar a hijos y nietos. Aunque lleguemos hasta acá, ya llegamos donde hacía 30 años no llegábamos. Y como somos, por eso, estamos contentos.

FOTO: PAJARO SINGER

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