
Todos deben saber a estas alturas (porque no me canso de hacerlo público) que I LOVE NEW YORK. Y sin embargo, tuve que escaparme a B.A unos días por laburo y me acordé, que del otro lado del Plata tengo un amante...
Buenos Aires me ama... aparentemente, y es un amor colectivo, que viaja en medios de transporte público, que no distingue calles ni avenidas, edades ni sexos. Buenos Aires me ama y su amor empieza, como siempre, por los taxistas.
Desembarco en Dársena Norte, frío polar, 7am, taxi. Me subo: “¿Donde vamos mami?“ me dice el chofer de cabellera blanca y 60 y largos.
Le doy las instrucciones del caso y, por supuesto, me pide que lo guíe...gracias a Dios por mis ancestros porteños y mis infinitas visitas a la Capital...A cada paso, es un cumplido: “como digas vida“, “muy bien mi amor“. Al rato me confiesa: “espero no ofenderte con el “ mi amor“, mi señora siempre me dice que un día voy a volver con un ojo negro pero tengo casi 70 años, siempre fui así, es mi manera de ser, no la voy a cambiar a esta altura, además...¿hay algo más lindo que una mujer?“. Me lo como, muero de ternura , ya no los hacen así...Le contesto: “la verdad no ofende, mucho menos los cumplidos, usted siga así: ahora salgamos de Pueyrredón y tomemos Córdoba que me ubico mejor!“
Llego a destino, dejo bolso y hago un cambio rápido de ropa porque tengo reunión en microcentro. Subte. A la segunda parada el tren empieza a llenarse y en la estación Carlos Gardel se sube una criatura...de Dios. Mínimo 8 años menos, físico de gimnasio y cara calcada de la del Dr Steamy de Greys Anatomy...por favor, esas cosas hacen mal. La muchedumbre nos va acercando, me mira...¿me mira mí o alguien al lado? Miro a a mi izquierda, colgada de la barra va una señora con un paquetón de Bon o Bon...que se yo, puede ser, hay de todo en la viña del Señor. Quedamos amasijados justo enfrente de la puerta, él adelante. Hago amague para sortearlo, se da vuelta y con unos ojos azules imposibles me pregunta: “¿Bajás en esta?“, “Sí“ contesto mientras me hago paso,“qué lástima“ fue lo último que escuché un nanosegundo antes que cerraran las puertas y el tren dejara la estación de Carlos Pellegrini.
Subo la escalera y salgo al bullicio...llego tarde. Apurada y creyéndome aún en Uruguay, me lanzo sobre una cebra haciendo uso incuestionable de mi derecho peatonal. Un BMW casi me pisa. Me quedo paralizada de botas de caña alta, minifalda bombé y tapado (sé que es irrelevante pero me encantaba mi outfit y en algún lugar tenía que describirlo). El auto también se detiene y el conductor es un contemporáneo que viene pegado a un Blackberry, visiblemente ocupado y contrariado. Le pongo mi mejor sonrisa y con la mano le señalo la cebra que marca el cruce peatonal. El muchacho (bombón) desfrunce el ceño y con una sonrisa Kolynos me hace señas para que pase, le faltó decir: faltaba más...adelante. Corriendo por Cerrito me topo con dos obreros que salen de la remodelación del Colón: a dúo suspiran un “hermosa“. El tapado ya no me contiene el ego.
Llego a la reunión con mi amigo a quién no veo hace más de un mes. Después de un rato de charla me dice:
-“Estás distinta“...
-¿Distinta como?, pregunto (siempre pienso que más que distinta estoy un día, un mes, un año más vieja).
-“Estás más linda, tenés, no sé, emanás una cosa...“ replica y las palabras se le pierden en el aire.
A estas alturas me estoy empezando a convencer que estoy buena y todo.
Comienza entonces el tour de presentación por los más de 20 empleados de la empresa. Llegamos a un cubículo donde una señora y un señor se interesan mucho en mi nacionalidad: “Que linda“ dice la señora...resulta que las mujeres argentinas también tienen buen gusto...Llegamos a la reunión con el Presidente de la compañía, un ícono, un hombre temible, un self made que no se deja impresionar fácilmente y que concluyó que “además de rápida e inteligente, sos muy linda“. Le digo a mi amigo: “desde la mañana vengo pensando que vivo en la ciudad equivocada“. Más tarde, almorzando en Pizza Piola, donde para colmo resulta que hasta conocía al maitre, otro amigo nos llama al celu y no tardan en llegar los cuentos de mi “éxito“ porteño, mi amigo le hace un resumen a mi otro amigo del otro lado de la línea y me pasa el teléfono: “Maestro“, le digo, “estoy pensando que vivo en la ciudad equivocada“. “Cachorra, me contesta, desde que tenés 15 años SABES que estás en la ciudad equivocada“. E vero...y sin embargo, no soy de aquí, ni soy de allá...y nunca me quedé quieta. Me entregué unas horas más a los mimos de esta amante porteña generosa que siguió obsequiándome con muestras de seduccción irresistibles.
Más tarde ese día, tomándome un café con una amiga (felizmente emparejada aunque no sin haber pasado las de Cain) empezamos a hacer un update amoroso del resto del grupete de féminas locales. Los cuentos tenían temibles semejanzas con las historias que escucho diariamente de este lado del río y, ni que hablar, con muchísimas de las vivencias que destilo en este blog: hombres que no quieren engancharse, que viven felices solos a punta de sushi, Iphones y gimnasio, relaciones que parecen idílicas y terminan con planteos inverosímiles, gente que se queja porque está sola pero cuando se encuentra sale corriendo, y otra sarta de males conocidos. Entonces llega la pregunta tan temida: ¿los hombres por allá también están así?
Silencio...la verdad, no sé como están los hombres...ni acá, ni allá, ni acuyá...Llego entonces a la conclusión de que, como todo amante empedernido, Buenos Aires tiene devoción por lo nuevo y ama las conquistas...una vez que te consigue, eso ya es otra historia. Por eso tomé una decisión: Buenos Aires y yo vamos a tener una relación abierta: ella siempre va a estar allí y yo, la visitaré de vez en cuando, hasta que la muerte -o un nuevo amor- nos separe y entonces, mi Buenos Aires querido, tal vez ya no te vuelva a ver.
3 comentarios:
Como siempre ¡I couldn´t take my eyes off...THIS!
Buenisimo! Una Carrie Bradshaw corriendo por las calles porteñas!
Gracias!!! Lo de Carrie me queda un poco grande pero es 100% verdad lo dedscrito! No es loco que la realidad contenga tantas historias para contar?
Maca lo único que te faltaba era la música de “Pretty Woman” de fondo, pero creo que todas en algún momento nos pusimos el sountrack en la cabeza y ahí si: “a ver quien me sostiene el ego”
Si, digamos que la vida nos da un popurrí de historias para contar, aunque a veces le damos más hincapié a las que nos provocó un tropezón. Hay que hacer historias algunas dejarlas en el camino y otras repetirlas ;)
Besos
Me pasé de caracteres sorry!
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