jueves, 17 de septiembre de 2009

BESOS DE SOUVENIR


Un té humeante en una mano y el control remoto del equipo de música en la otra, dejó caer las 8 horas que llevaba encima encima de la poltrona y, bajo los efectos de las palabras de Sabina, vio como empezaba a materializarse el estante.
Cuanto más abstraída estaba de la realidad que indefectiblemente la rodeaba, más claros se hacían los bordes, los acabados, las dimensiones...y ahí estaba, la estantería completa donde guardaba los souvenirs.
Entre el regalo sorpresa de cumpleaños y las lágrimas por una discusión estaban los besos dados en un rapto de emoción frente a un nuevo proyecto en común, las caricias descuidadas al arreglarle el pelo, las manos unidas al caminar, la vez que había hecho el amor como tantas otras en 4 años pero la había dejado en un estado de inquietud indescifrable, allí estaba la colección de todas las últimas veces que había vivido sin saber que eran las últimas, los adioses camuflados, las rupturas disimuladas, los comienzos del final.
Ahora, así dispuestas en coqueto display eran claras, eran lo que eran, lo que siempre fueron pero no quiso ver porque el dolor la hubiera dejado más ciega de lo que estaba entonces.
Allí estaban todos los besos y caricias que se traía de souvenir a su presente y, de alguna manera, le reconfortó saber que contaba con los frutos de todos sus finales para enfrentar la ardua tarea de encarar sus comienzos.

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