
Desde hace más de dos meses vivo en Bosnia...desayuno en Irak y salgo a pasear por los vestigios de Europa del Este pre caída del Muro. Hace más tiempo del que puedo recordar (porque ahora me parece desde siempre) la dueña de mi casa vino a comunicarme el inicio inminente de la construcción de un edificio lindero y, desde entonces, mi pequeño Edén Urbano se transformó en un infierno.
Los pajaritos ya no cantan y me despierto todas las mañanas con el sonido de los piquetes martillándome directamente en la cabeza...literalmente ya que duermo apoyada sobre la medianera. Todo tiembla y cambia de lugar sin razón aparente; varios frascos de perfume y cosméticos desconocidos a los free shops latinoamericanos han entregado su vida por la causa. Mi perra no entiende la invasión de su espacio privado y cada tanto le ladra a un mamotreto de madera que vino a reemplazar el coqueto muro color ladrillo con canteros donde crecía el laurel y jazmín del país que perfumaban mis mañanas. Mi vecinos ahora son ellos, los obreros, a quienes en más de una ocasión deleité con un striptease improvisado, desacostumbrada al hecho de tener tantos ejemplares del sexo masculino concentrados en tan pocos metros cuadrados y a la altura de la ventana de mi cuarto desde donde me espiaba una Santa Rita y un árbol añejo cargado de paltas. Extrañas rajaduras empezaron a aparecer y crecer en las paredes, como en esas películas de terror donde la casa antigua va siendo tomada por el musgo y otros espíritus. En acto solidario,la lavadora empezó a hacer agua y la aspiradora decidió bajar sus aspiraciones. Las anécdotas comenzaron a parecerse a los capítulos de Dimensión Desconocida e incluyen un bizarro episodio en el cual un contundente pedazo de hormigón atravesó la banderola de mi baño para aterrizar, acompañado de una lluvia de vidrios y hojarasca, directamente sobre mi ser, en una visita mañanera al toilet. Entré en crisis..."se acabó!", llamé a todo el mundo, llamé a papá, a la dueña de la casa, a mis amigas, a la policía y a la escribana. Levanté un acta, levanté el tono, "monté un pollo" como dice mi amiga valenciana....y a la otra mañana el sonido de los piquetes martillándome directamente en la cabeza volvió a darme la bienvenida a un nuevo día en el infierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario